Los Juegos de Irene

Era 2015 y era un hotel a las afueras de Cáceres. Un entusiasta del atletismo, y en particular del cross, había reunido en su nuevo equipo a un grupo de jóvenes promesas. Alrededor de una mesa se juntaron Mariajo Pérez, Ana Lozano, Marta Pérez o Irene Sánchez-Escribano entre otras. El doctor Seoane Pampín había reservado un buen hotel para que sus pupilas descansaran antes de la batalla del día siguiente: allí se iba a celebrar el campeonato de España de cross por clubes y tenía dos buenos equipos, uno para el cross corto con Marta, Irene, Ana, Diana Martín y Tamara Sanfabio. Y otro para el largo con Alessandra Aguilar, Cristina Jordán, Mariajo, Sonia Plaza, Gema Martín y Rosi Casado. Las primeras lograron el oro por delante del FC Barcelona. Las segundas fueron segundas tras el potente Bilbao Atletismo.

Fernando, el doctor, había conseguido juntar a quienes serían la flor y nata del medio fondo español los años subsiguientes. Eran jóvenes, tenían talento y sobre todo tenían ganas de aprender y seguir progresando. Antonio Serrano era ya el entrenador de muchas y por ahí siempre estuvo también Javier Cañadillas echando una mano al doctor en todo lo que necesitara. 

Irene tenía entonces 22 años y hacía casi cinco que había dejado su Toledo natal, y su club de atletismo San Ildefonso, para estudiar medicina en Madrid y entrenar en el CAR. Alli coincidió con Marta Pérez, un año menor, y se hicieron amigas para toda la vida. Hoy ambas disfrutan en París de sus primeros Juegos en común. Debían haber sido los segundos pero Irene se rompió un hueso del pie poco antes de viajar a Tokio en los anteriores.

Aquella Irene de Cáceres aún no sabía que encontraría en el 3000 obstáculos su prueba ideal. Y que aquello tendría que ver también con el cross, que tanto practica cada invierno. Los obstáculos, la dureza, casan perfectamente con el pundonor de una atleta brava y disciplinada que no deja de crecer. Y que en París se ha quedado a solo un segundo del récord de España de su distancia favorita bajando siete segundos su mejor marca. Esta Irene madura, que el próximo 25 de este mes de agosto, cumplirá 32 años ha sido undécima en una final olímpica. Lo fue, como siempre, en el barro o en la pista, dándolo todo. Frunciendo el ceño y apretando los dientes para entregar su máximo. Para poder sonreir después con la satisfacción del deber cumplido y encontrarse, a la salida de la pista, con su entrenador de toda la vida. Con un Antonio Serrano exhultante que lamentó ese segundo que les separó del codiciado récord nacional pero que no podía ocultar su satisfacción porque otra de sus pupilas había conseguido mejorarse a sí misma y rozar su techo.

En París, convertida en toda una mujer olímpica, resulta inevitable recordar a aquella Irene juvenil de aquella reunión previa de Cáceres. Sobre todo ahora que ya sabemos que ella también iba a conseguir todo lo que entonces se hubiera propuesto. Incluso ser olímpica, llegar a la final y en ella ser la mujer española que más rápido ha corrido un 3000 obstáculos en unos Juegos. 

En la ADOC estamos muy orgullosos de que fueras nuestra última premiada con el trofeo BE PLUS a la mejor atleta española. Y de verte, como cada invierno, en muchos de nuestros crosses.

 


07 de Agosto, 2024 - 07:08

Compártenos en

X
Top